Hace unas semanas, desde Be Bergner os dimos una nueva visión del colesterol, más moderna y actualizada en términos científicos.
Hoy queremos dar un paso más y contarte que las grasas, lejos de lo que se ha pensado en los últimos años, no son las culpables de las enfermedades coronarias y del aumento de peso.
Para entender todo lo que hemos leído y escuchado sobre las grasas en los últimos años, nos tendremos que remontar a la década de los años 50, cuando un científico llamado Ancel Keys revolucionó con varios estudios la política alimentaria de buena parte del mundo.
Por aquel entonces, la comunidad científica estaba dividida en aquellos que comulgaban con una dieta alta en grasas como secreto de salud y longevidad, y otros que eran más partidarios de reducir el consumo de grasas y aumentar, en su defecto, el consumo de carbohidratos como la mejor estrategia de mejora de salud.
En aquella época se observó que muchos pacientes que morían de enfermedad coronaria tenían en sus arterias placa de ateroma (colesterol LDL acumulado en las paredes arteriales). Además, la mayoría de estos pacientes padecían de sobrepeso u obesidad.
En consecuencia, se empezó trabajar en la hipótesis de que reducir las grasas y el colesterol de la alimentación y llevar a cabo una estrategia farmacéutica que disminuyera los niveles de colesterol LDL, sería la solución a este problema.
La hipótesis era clara y parecía prometedora. La pregunta es, en los últimos años, ¿el aumento de peso y enfermedades cardiovasculares han disminuido? La respuesta es clara: no. Además, se puede puntualizar, han aumentado.
De aquí nace un nuevo paradigma a nivel científico que pretende revisar y perfeccionar la lectura que hacemos sobre nuestra alimentación, en la que las grasas ya no son nuestro enemigo ni las culpables de una sociedad obesogénica y con problemas cardiovasculares.
Las estrategias actuales a nivel de alimentación y consumo, sugieren que las grasas deben estar mucho más presentes de lo que se creía y que una alimentación saludable recomendada para tener unos buenos niveles de salud cardiovascular y un peso correcto debe contener, sin miedo, grasas como las del aguacate, el aceite de coco e, incluiso, la mantequilla. La reina de las grasas es el aceite de oliva virgen extra, no cabe duda.
Una alimentación rica en azúcares o con exceso de harinas o alimentos ricos en hidratos de carbono de rápida absorción, en cambio, se ha demostrado que es la culpable, junto con el consumo de alimentos ultraprocesados, de estos problemas de salud.
Además, el consumo de aceites vegetales, como las margarinas o los aceites de soja, girasol o colza, son peligrosos para nuestra salud debido a su naturaleza proinflamatoria, además de que se nos presentan siempre refinados, disminuyendo todavía más la recomendación de su consumo.
Así que, ya sabes, la ciencia avanza y con ello mejoramos nuestro conocimiento. Las grasas se han beneficiado de este avance. Solo falta que nosotros lo pongamos en práctica y que también nos beneficiemos.